GRAN ELECTOR

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tratamos del contrasentido de padecer los mil males del populismo, ¡y aceptar un Sistema Electoral, casi forzado a encumbrar solamente a esa desgracia para nuestra vapuleada América Latina...

domingo, 2 de abril de 2017

Nota 11
ALCANCES y LÍMITES del TRABAJO
El empleo que antes uno buscaba, aprendía un oficio o se ofrecía para hacer algo, desde que demagogos y candidatos lo prometieron por miles, lo exigen hoy cortando calles como si algo que pende de factores como alguna necesidad con demanda, capitales y previsibilidad, fuera soplar y hacer botellas, ¡y con miles de exigencias antes aun del esfuerzo!, ahuyentando a los contados capaces de ofrecer tra bajo económicamente válido, que las becas o esas changas cubren sólo la comida del día, ¡al insoportable costo de empantanar el país!
Una tarea, empleo, artesanía, cultivo, cátedra o rédito le sobra para lo esencial al común, a su familia y hasta guardar un resto ¡pero sólo si se permite alguna de las mil imposiciones consumistas de un mercado ávido de insaciables!
Se salva un tal Messi por su magia para driblar defensas y anotar tantos, y el cirujano que cobra 50.000 euros el baypass a algún pudiente; no así el común impedido de revaluar lo suyo, mercancía, servicio o cosecha para darse los mil gustos y excesos. En tal caso dejaría de ser accesible al resto, que velozmente lo imitaría, ¡con lo que su ingreso volvería a alcanzar para lo elemental! Teoría tan categórica como desafiada por un consumismo que se derrumba minado por la profusión de oferentes que disputan un cardumen más escaso, con más antojos y menos dinero, lo que redundó en una solapada o salvaje disputa de similares profesiones y métiers, en una suerte de “guerra entre los primos”, con derivaciones desastrosas para las economías de las naciones que intentan reanimar “boca a boca” una ocupación que se esfuma sin reparar en un intruso orbital: el troyano “robot” ¡que la devora impiadoso!
No “cierra” que el tío que revista en una oficina con aire a 24º teléfono, café, música, el mundo en la web y moviendo archivos “produzca” lo bastante para vivienda, medicina, seguridad y vicios, se vista de sobra, y de nada se prive en la mesa, y mucho de micro ondas o delivery, adecue su casa con electricidad y/o gas, mantenga un auto o dos, y en los “findes” haga mini turismo adonde sea, vaya al fútbol o al cine, cene afue ra o salga de shopping o a un picnic sin perderse conciertos, festivales, discos o teatros caros y siempre llenos, más la compulsión compradora de toda familia, desde aba lorios a los tatuajes nunca suficientes, la nada barata escuela de los niños con sus extorsivos caprichos y una o dos veces al año una o dos semanitas de vacaciones “para descansar de tamaña fatiga”, llevar a los nenes a Disney, ¡imperdible para su formación con miras al mundo real!, y por fin, con 65 años pasar a vivir del retiro, ¡para el que también aportó de su tan “sacrificado” aunque rendidora labor!
El «Cada uno debería producir al menos lo que consume», fue. La máquina, la tecnología y la ciencia multiplican las ofertas atractivas y demandantes, con una presión consumista ciega a la psiquis del poco “mutable”, a sus biológicos límites ¡y más aún a ese minutero impiadoso negado a las bilocaciones! Algo imposible sin conocer los factores que lo posibilitan, ¡pero no ilimitado!
Empezó el molino que in situ confiscó la potencia del viento o del agua, y con poleas y engranajes llevó la fuerza a tornos y amoladoras para con ellas crear motores a vapor, eléctricos o a explosión, y así multiplicar los brazos y sumar bienestar, al poner a nuestro alcance mil “imperdibles”, sin ni preguntáramos cómo ni saciarnos, pues ignoramos o no vemos a la máquina o al robot que los hacen veloces y cuasi perfectos y las 24 horas, masificándolos y abaratándolos ¡a la par que cesantean a muchos miles con igual e insensible eficacia!
Más que el Vellocino de Oro, un nuevo Mundo Feliz con todo al alcance y todo a presión y por mil medios, sean deportes, shows, prácticas, turismo, lugares o artes, bienes suntuosos y aun repetidos desde los de consumo a vicios como el alcohol o las no tan saludables gaseosas, que sordas pugnan por imponerse a sus rivales para un insaciable que lo pretende todo al margen de su “aporte”, y sin resuello ni para tanto que se le ofrece sin costos ni esfuerzo.
Miles podrían vivir del “descarte” de los mercados y de la gente pudiente o no, y acceder al show y al “pan y circo” por aparatos de TV y radios desechados en buen estado por millones que penan por lo último y sin conciencia de que por esa “jauja” consumista, ¡él vive todo el día jadeando atrás la zanahoria!
Los indemnizados por la automatización salieron en estampida a ponerse un negocio, comprar un taxi, idear dudosos servicios entre miles más rebuscados para vender o sacarle algo a alguien, otros a imitar marcas de renombre hasta confundirlas para un mercado saturado, y minado por una “competencia” que en aumento sólo le brinda un alivio diario, ¡y no siempre tan seguro!
El caso es que aun los crash de tanto emprendimiento fallido, escalda a unos y a otros les da un respiro, trabajo, venta de materiales y suministros que aun mal gastados brindan un alivio tan efímero que suma presión al volcán cuyos tremores sordos y aún aislados no capta el saciado, voraz y daltónico cobayo, preso de un show de infinito espectro, potenciado a nivel global por una harta dirigencia negada a aflojar algo ante la brutal esfumación de empleos y oficios redituables, por los avances de la tecnología, la ciencia, la ambición y hasta la compulsión evolutiva del humano, ya lanzado a robotizarlo todo y lo insólito, confiando en la supuesta ilimitada prodigalidad de ese consumismo capaz de sustentar a todos, ya generen servicios, ya productos, ¡y más todavía, a sus ya por mucho insuficientes e insolventes clientes!
Pese a la inconciliable ecuación el pagado de suficiente se arroja a la piscina de la gran vida, y nuestros electos con parecidas luces e igual o más voracidad se la dan a costa del erario disipando en lujos o en hotelería para jeques, y nos empeñan más allá del no retorno y sin antes haber previsto el más imperioso “colchón” dado que el “robot” hace estragos y acelera enfilando al iceberg. Sus efectos podrán ser inevitables, pero con astucia, salvo que aprendan a pensar, no sería difícil hacer que jueguen a nuestro favor. Ver El Robot, Nota 6.
Ningún rústico granjero hornearía pan con la semilla para el trigo, pero el infatuado moderno se habituó a vivir cómodo, satisfecho y de viejas bonanzas y más a sacar de la despensa que a poner, como si su acopio fuera espontáneo, u otro deber del gobierno o de la Providencia, pero ajeno a su incumbencia y tan irresponsable como los que deberían educarlo al respecto, ¡y más efectivo dar el ejemplo! Mal que hace años debimos haber abortado, pues eran ominosos ya los factores que nos llevaron a morder el polvo, pudiendo haber salvado a los 500000 muchachos que ni trabajan ni estudian y que al ser mayoría en esa franja, debido al permisivismo potencian ese delito cruento y mimetizado con el urbano hacinado, que se cobra miles de vidas y destruye de paso el tan escaso como escamoteado avance hacia un mayor y mejor repartido bienestar.
.-o0o-.
Julio 20, 2017 10:59 1248
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