GRAN ELECTOR

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tratamos del contrasentido de padecer los mil males del populismo, ¡y aceptar un Sistema Electoral, casi forzado a encumbrar solamente a esa desgracia para nuestra vapuleada América Latina...

domingo, 2 de abril de 2017

Nota 23
¿PRIMAVERAS VOLUBLES?
La populista “década ganada” se jactaba de lo que no pasó de un persistente y heredado ciclo de vacas gordas, el mismo que les dio aire para perpetrar toda clase de excesos, desvaríos y depredaciones, y a casi un año y medio de haber sido desplazados, sin ninguna consecuencia funesta para ellos, en su mandato por el “pan y circo” y el “reparto”, y luego por defección de jueces que en otras condiciones ya estarían en el banquillo de los acusados por haber renegado de sus deberes y en algunos casos, su enriquecimiento injustificado bastaría para probarles algo más grave y condenable con prisión, para que al menos los que padecemos una inflación impiadosa, y mientras nos estallan las mil pústulas de la siembra maligna, que como “miguelitos” dejaron a su paso, además de la mucho más grave degradación moral, tengamos alguna satisfacción.
Peor que habernos malversado otra “primavera”, ¡con sus réditos de aquí a la eternidad!, fue su malhadada “puntería” puesto que encima les cayó como un oportuno “pulmotor” para meros facinerosos que nos vaciaron las despensas y nos empeñaron para varias cosechas, y más erosivo si cabe, dejándonos a una mantenida y enviciada mesnada más revoltosa que numerosa, pero dueña de la calle, desafiando una represión condenada de antemano, y exigiendo seguir con su orgía de jolgorio e incontinencia.
No obstante, lo peor si cabe es algo más que probable casi seguro, el hecho de que ésa bien pudo haber sido la última de las “primaveras”, o al menos de las nuestras, en un orbe que ya transita la cornisa del sálvese quien pueda.
El bíblico alternarse de vacas gordas y flacas es tan expectable como el flujo y reflujo de las mareas, pero en los buenos nuestros “cráneos” eligieron darse la gran vida, tirar manteca al techo y desdeñar el acopio, y al llegar los años de mieses no granadas o luego del paso de la langosta, no tuvieron empacho en manotear las reservas de los productores, de los frugales y de los que cinchan des de el alba a la noche, para ni así zafar de esos apocalípticos naufragios propios de los pueblos que se prendan de la dialéctica de mafiosos en ropaje populista.
Podría achacársele tal intríngulis a la humana flaqueza, a una morbosa gula, a la desmemoria o a jamás haber leído la Biblia, pero haber corrido la liebre, pasarlo mal y no esperar el siguiente ciclo de escases con la despensa llena es no tener cabeza; un déficit triste para el común, pero inexcusable en quienes se postularon para guiar a buen puerto la Nación, a sabiendas de que toda su sapiencia se reduce a repetir fracasadas fórmulas, culpar a otros, y en el acto anunciar un nuevo e inútil parche, y todo antes de revertir ése su populismo y su inflación, ¡vía dilecta al default y a sentar otro precedente contra ambos!
Entre tantos factores e intereses cuesta aislar a los que agravan males propios de la naturaleza y el clima por más que regulares y previsibles, pero igno rados como el agua esencial, cuyo desperdicio y el de las energías hacen que al llegar las sequías bajen las cotas de las grandes presas y amenacen dejar en seco las turbinas, obligando a cortes en las grandes urbes, varios días a la semana, con cesantías, despidos, caídas productivas, subir escaleras a tientas, y no tener ni el pienso para sus escuálidas y últimas vacas hasta llegar las lluvias, ¡y debido a la glotonería sin fondo del homo no tan sapiens, ¡y no sólo de comestibles!
En las “primaveras” nos aturden con ofertas desde lo necesario a lo superfluo, prohibitivo o hasta dañino como vicios o consumos que nos quitan el sueño y nos conminan a no dejarlo para mañana, en esa orgía de deglutirlo todo y aun las semillas para la próxima siembra como si fuera pecado dejarlas, o invertir una parte de lo derrochado en excesos, para algo productivo o redituable que, a modo de colchón, nos asegure un futuro menos incierto y sin penurias.
La reiterada fatalidad de que entre nosotros, las “primaveras” de merecer les tengan que caer siempre en suerte a los grandes tarambanas, podría deberse a la pobre puntería de una malhadada suerte, o a las pueriles travesuras de una alternancia pícara, lucubraciones que se esfuman por el aguijoneo de una más que lógica duda: que se trate de algún castigo o que los sobrios solamente lo sean por carecer de “ubres” turgentes que ordeñar, ¡o ambas cosas!
Dilema que se desdibuja ante nuestra nada inocente y aun gustosa aceptación de toda y cualquier diversión, feriado o derroche, y cuyo recorte nos enfurece como sólo oír la palabra ajuste, cuando la mesura y lo frugal, aunque carezcan fanfarrias, guirnaldas y cencerros son virtudes a practicar siempre, y si no por necesidad, por solidaridad con los demás y la naturaleza, y que en verdad sólo se pueden y deben practicar en las bonanzas, porque cuidar hasta las migajas en las malas carece de todo mérito ni reconocimiento.
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Junio 21, 2017 11:55 867

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