Nota
23
¿PRIMAVERAS
VOLUBLES?
La
populista “década ganada” se jactaba de lo que no pasó de un
persistente y heredado ciclo de vacas gordas, el mismo que les dio
aire para perpetrar toda clase de excesos, desvaríos y
depredaciones, y a casi un año y medio de haber sido desplazados,
sin ninguna consecuencia
funesta para ellos, en su mandato por el “pan y circo” y el
“reparto”, y luego por defección de jueces que en otras
condiciones ya estarían en el banquillo
de los acusados por haber renegado de sus deberes y en algunos casos,
su enriquecimiento injustificado bastaría para probarles algo más
grave y condenable con prisión, para que al menos los que padecemos
una inflación impiadosa, y mientras nos estallan las mil pústulas
de la siembra maligna, que como “miguelitos” dejaron a su paso,
además de la mucho más grave degradación moral, tengamos alguna
satisfacción.
Peor
que habernos malversado otra “primavera”, ¡con sus réditos de
aquí a la eternidad!, fue su malhadada “puntería” puesto que
encima les cayó como un oportuno “pulmotor” para meros
facinerosos que nos vaciaron las despensas y nos empeñaron para
varias cosechas, y más erosivo si cabe, dejándonos a una mantenida
y enviciada mesnada más revoltosa que numerosa, pero dueña de la
calle, desafiando una represión condenada de antemano, y exigiendo
seguir con su orgía de jolgorio e incontinencia.
No
obstante, lo peor si cabe es algo más que probable casi seguro, el
hecho de que ésa bien pudo haber sido la última de las
“primaveras”, o al menos de las nuestras, en un orbe que ya
transita la cornisa del sálvese quien pueda.
El
bíblico alternarse de vacas gordas y flacas es tan expectable como
el flujo y reflujo de las mareas, pero en los buenos nuestros
“cráneos” eligieron darse la gran vida, tirar manteca al techo y
desdeñar el acopio, y al llegar los años de mieses no granadas o
luego del paso de la langosta, no tuvieron empacho en manotear las
reservas de los productores, de los frugales y de los que cinchan des
de el alba a la noche, para ni así zafar de esos apocalípticos
naufragios propios de los pueblos que se prendan de la dialéctica de
mafiosos en ropaje populista.
Podría
achacársele tal intríngulis a la humana flaqueza, a una morbosa
gula, a la desmemoria o a jamás haber leído la Biblia, pero haber
corrido la liebre, pasarlo mal y no esperar el siguiente ciclo de
escases con la despensa llena es no tener cabeza; un déficit triste
para el común, pero inexcusable en quienes se postularon para guiar
a buen puerto la Nación, a sabiendas de que toda su sapiencia se
reduce a repetir fracasadas fórmulas, culpar a otros, y en el acto
anunciar un nuevo e inútil parche, y todo antes de revertir ése su
populismo y su inflación, ¡vía dilecta al default
y a sentar otro precedente contra ambos!
Entre
tantos factores e intereses cuesta aislar a los que agravan males
propios de la naturaleza y el clima por más que regulares y
previsibles, pero igno rados como el agua esencial, cuyo desperdicio
y el de las energías hacen que al llegar las sequías bajen las
cotas de las grandes presas y amenacen dejar en seco las turbinas,
obligando a cortes en las grandes urbes, varios días a la semana,
con cesantías, despidos, caídas productivas, subir escaleras a
tientas, y no tener ni el pienso para sus escuálidas y últimas
vacas hasta llegar las lluvias, ¡y debido a la glotonería sin fondo
del homo
no tan sapiens,
¡y no sólo de comestibles!
En
las “primaveras” nos aturden con ofertas desde lo necesario a lo
superfluo, prohibitivo o hasta dañino como vicios o consumos que nos
quitan el sueño y nos conminan a no dejarlo para mañana, en esa
orgía de deglutirlo todo y aun las semillas para la próxima siembra
como si fuera pecado dejarlas, o invertir una parte de lo derrochado
en excesos, para algo productivo o redituable que, a modo de colchón,
nos asegure un futuro menos incierto y sin penurias.
La
reiterada fatalidad de que entre nosotros, las “primaveras” de
merecer les tengan que caer siempre en suerte a los grandes
tarambanas, podría deberse a la pobre puntería de una malhadada
suerte, o a las pueriles travesuras de una alternancia pícara,
lucubraciones que se esfuman por el aguijoneo de una más que lógica
duda: que se trate de algún castigo o que los sobrios solamente lo
sean por carecer de “ubres” turgentes que ordeñar, ¡o ambas
cosas!
Dilema
que se desdibuja ante nuestra nada inocente y aun gustosa aceptación
de toda y cualquier diversión, feriado o derroche, y cuyo recorte
nos enfurece como sólo oír la palabra ajuste, cuando la mesura y lo
frugal, aunque carezcan fanfarrias, guirnaldas y cencerros son
virtudes a practicar siempre, y si no por necesidad, por solidaridad
con los demás y la naturaleza, y que en verdad sólo se pueden y
deben practicar en las bonanzas, porque cuidar hasta las migajas en
las malas carece de todo mérito ni reconocimiento.
.-o0o-.
Junio 21,
2017 11:55 867
En
línea con el blog www.granelector.blogspot.com/
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