GRAN ELECTOR

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tratamos del contrasentido de padecer los mil males del populismo, ¡y aceptar un Sistema Electoral, casi forzado a encumbrar solamente a esa desgracia para nuestra vapuleada América Latina...

domingo, 2 de abril de 2017

Nota 22
CULPAS SIN DISCULPAS
Pese al recelo a juzgar el pasado al socaire de los actuales adelantos, valores, luces y contextos, los revisionistas de todo y desde siempre destacan sus peores aristas, sin mirar atenuantes ni circunstancias, y con tal saña que hasta un intento de disculpa les vendría de perillas para justificar actuales fechorías; no obstante sería un despropósito ignorar la codicia y el desprecio a lo correcto de aquellos que egoístas y creídos “herederos de la Corona”, ¡y más cuando muchos de los males actuales devienen de aquel abuso. Por fortuna, políticas y sucesos coetáneos a aquéllos, nos ayudan a driblar la prudencia inmerecida por los perjuros que la ignoran cuando sin empacho condenan a próceres como Roca o Colón y desde un falaz atril moralista.
Para vislumbrar el origen de nuestros males bastaría reconocer que la cruenta lucha por la independencia y en el epicentro del virreinato, empalidecía frente a las fieras matanzas entre hermanos, que en su dilatada disputa por la heredada Corona no se privaban de tropelías ni herejías contra el respeto al humano ente y contra las leyes naturales, que no pueden ignorarse, cuando se degollaba a todos los vencidos y hasta solían atar al convicto a la boca del cañón, prender su mecha y gozar viendo volar sus tripas, además de llegar a restarles tropas a nuestras armas ante los realistas y sembrando una confusión de valores y prioridades, que como la dura maleza sobrevive hasta nuestros días, y hasta más enraizada.
Contra tan increíble e injustificable barbarie acude en nuestro auxilio lo ocurrido en Uruguay en circunstancias y con propósitos similares y en poca diferencia de tiempo con respecto a las nuestras, pero de muy distinto desarrollo y conclusión, al punto de que todavía nos diferencian, ¡y que hasta llegaron a distanciarnos!
Los chilenos por su parte combatieron a los realistas y a los levantiscos Araucanos, mientras que sus prohombres sólo competían en hacer lo mejor por su país y no para subyugar en su provecho de Santiago, desde Arica hasta Punta Arena, a lo que sin dudas debió contribuir definitivamente su nada regalada geografía, sin que ello los desmerezca.
De no bastar el contraste con los trasandinos, más contundente por nuestra común raigambre, las confirma nuestro oriental José Artigas, que batalló contra hispanos, porteños, y hasta los lusitanos que invadieron la Banda Oriental con la anuencia de Alvear y de los Directores, y luego de rechazar el intento de secesión que le ofrecían desde Buenos Aires, y con el agregado de nombrarlo Rey de la Banda Oriental, algo que no pudo sino indignar a tan íntegro patriota, y que lo llevó a aglutinar a varias provincias bajo la bandera confederada, imperdonable osadía para los “dueños” de la Aduana, que con tropas legales como esbirros aso laron Santa Fe varias veces, la última por Álvarez Thomas para rematar las trapa cerías de Eustoquio Díaz Vélez, mientras que la expedición ¨punitoria” de Pérez Planes e Hilarión de la Quintana antes de asolar a Yapeyú, fusilaron a algunos ca bildantes y a otros que no aceptaban a Buenos Aires “como única cabeza en un cuerpo sano”, hasta que una nueva orden de asesinar al federalista “Protector de los Pueblos Libres”, lo empujó al exilio, real crimen que con la ablación de la Banda Oriental, nos privó además de su señero legado, que en Uruguay fructificó, y que tanto nos diferencia, al punto de llegar a ser conocida como “La Suiza de América”, e inmune a nuestros vicios y decadencia.
Por si tan opuestas realidades no bastara, el preclaro Juan Bautista Alberdi resca tó aquella casi increíble diferencia en la pletórica y casi novelesca biografía de William Wheelwright, otro de la galería de ilustres ignorados por el común, como él y hasta sus Bases, por el tan horrible vicio de perseguir la “excelencia”.
Polifacético bostoniano, “naufragado” en 1823 frente a Quilmes, no halló “clima” en nuestra convulsionada Argentina, para beneplácito de los países del Pacífico que lo acogieron entusiastas, igual que a su proyecto de “sembrar” la costa del Pacífico con puertos, boyas y pontones, depósitos ¡e instalaciones de agua corriente y gas!, y vías de acceso al carbón de leña de Amazonia, producción que alentó en persona para no depender del high grade gales, caro y de aleatoria provisión, y al fin, a tiempo y con suceso similar al del primer alunizaje, en 1840, en el puerto de Valparaíso y con bandas militares, autoridades, fuerzas vivas y cronistas de El Mercurio, asistir al arribo triunfal de su primer barco a vapor, gemelo del Lima, encargados en Glasgow por él, para luego desplazarse a El Callao a esperarlo en su puerto y con sus obras, como haría en Guayaquil y en otros de la línea para agilizar los viajes y abaratar el trasporte de mercancías, y del vital correo con Europa, vía istmo de Panamá.
En tales sucesos es notoria la falta de egoísmo en pro del interés común, grandeza cuya ausencia en nosotros impidió llevar el incómodo y poco apto puerto de Buenos Aires, a Ensenada, con situación y calado superiores, y también haber prolongado el Gran Central hasta el puerto de La Calera, Chile, y por el collado de San Francisco, a 4726 mts, y cuyo estudio de factibilidad ya había hecho practicar. Primacías del ego, sobre la grandeza de lo ideal, tan habituales ya, para de seguro inspirar a Alberdi, que con su visión sin par señaló que acabar una obra es más que anunciarla, ¡y nos advirtió contra los empréstitos y las obras meramente “electorales”!
Por fortuna para América no se perdieron su genio ni su pasión creativa hasta para dotar de lumbre a gas y agua “por caños de fierro”, a Valparaíso, el Callao, Copiapó y otros puertos, además del inconmensurable comunicarlos.
Simultáneamente, con aquel inicial y tan venturoso “génesis”, nosotros seguíamos degollándonos, “en nombre de la organización nacional”, fachada para justificar la real intención de someter a las provincias a la “Corona” porteña, atrapada al vuelo por su privilegiada posición, luego de la caída de Fernando VII.
.-o0o
Julio 21, 2017 11:50 1035

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