Nota
15
EL
ROBOT
Jorge
Amado advertía, en un temprano 1972, que el consumismo y la prisa
nos llevaban a una suerte de túnel bloqueado. Tan temprano ni él
pudo prever que el alud lo causaría “el robot” y su acelerador
impiadoso, ¡y más cuando todavía esos chismes eran fantasías de
Carl Sagan! En esta nota trataremos del villano, y en otra de la tan
celebrada prisa, ¡que de inocente tiene poco y nada!
El
consumismo execró lo ya visto y bajó la durabilidad, sus íncubos.
No hay primor que en meses no sea obsoleto o démodée,
pecado capital, que nos llevó a endiosar “lo último”, a correr
a adquirir lo innecesario o pasar la noche en una cola ¡por el
enésimo e imperdible episodio de Harry Potter!, a no dejar pasar
placeres, salvo los de la vida plácida, en símil periplo al de los
pollos que comen sin parar hasta con luz artificial en una ciega
maratón, ¡para tornarse proteínas y acabar en un gancho!
Un
siglo atrás nos abastecían pocas empresas, y no solía faltarnos
algo esencial. El vapor y la electricidad, frutos de la curiosidad
humana y de los que le sumaron a su genio su caldera de
emprendedores, para darle gran empuje a la variedad y cantidad de
ofrendas útiles o valiosas, y hoy poco apreciadas.
Aquel
«Sólo es posible consumir sin producir si lo hace otro por uno»,
caducó el día que la “máquina” se hizo cargo. Fruto de
inventos, desvelos, tecnología y el acceso a dominios ayer vedados,
elabora perfectos y baratos productos, que si bien cesantea, abarata
y mengua sus efectos, ya que debe ser mantenida como el auto, que
requiere servicios y fluidos, pero que posibilita nuevos usos y
genera hábitos nada baratos y a la cabeza el ya masivo turismo.
Con
el asombro fresco por el Ordenador, de su flirt
con la biela nació “el robot”, pueril jueguito que pronto
potenció varias industrias, a la par de barrer miles a villas y
asentamientos en zonas de alta densidad urbana a vivir de lo que
caiga o del delito liso y llano, condena de la que sólo se libraron
los preparados y los más “ligeros”.
Masificado
y aun inmaterial, lo crea un nerd
miope con el chip
de su user
friendly
PC, capaz de cesantear a miles, al potenciar ventas y pasajes por la
web
o supliendo al libro en aras del ecosistema, ¡y dejando en la calle
ya un tendal, con ínfimo poder de compra y ceñido a lo esencial! El
día que el cajero cargó cheques y depósitos sólo teclear la cifra
mientras el lector de barras ponía el resto, miles de joven
citas que a inicios de la cyber
bancarización, en pools
perfo-verificaban los datos en tarjetas de 80 columnas, para que el
sistema las procesara, ¡quedaron a la buena de Dios!
Ayer
nomás el cajero “tracción a sangre” recibía depósitos o pagos
y efectivizaba cheques o retiros, tareas hoy delegadas a uno cyber
mecánico, que si bien sube la productividad y la eficacia, expulsa a
miles a la incertidumbre de alguna changa, al vidrioso y mísero
cuidar coches, a jugar bolos, a ofrecer pañuelos descartables en las
esquinas o aturdir en los trenes y subtes intentado vender algo o
pedir unas monedas tras el infalible recitado de sus cuitas o
aturdiendo con un instrumento musical amplificado. Pero lo que más
muestra los patéticos efectos de tan dual fenómeno es la plaga de
“manteros”, con miles de chucherías tan inútiles como
invendibles las más, que con suerte les da para comer ese día,
entre una paralela
chorrera de “servicios” inútiles o rebuscados, meros cazadores
de incontinentes o ingenuos, ¡que en cualquier caso agravan más un
fenómeno cuya peor expresión son los “barrabravas”!
Ante
el ominoso panorama, los infatuados al mando apelan al recurrido
potenciar un consumismo ciego a terráqueos y ecológicos límites, a
la biología y la psiquis del “inconstante”, ¡y hasta al
insobornable minutero!
La
tecnología y la codicia permiten dislates de altísimo consumo y
costo como Tokio o São Paulo que corremos a hacinar. El motor del
auto nos calzó las ruedas de las siete leguas y aun alas para más
fácil beber distancias sin límites, y alentar con
tumaces mil “come bolsillos” que sin redituar nada de valer se
reciclan sine
die.
La
salida consumista la pinchó el “robot”, al eliminar puestos y
con ellos clientes con poder de compra, además de potenciar el
delito cuyos estragos alivian, por ironía, la
sangría de labores válidas, fenómeno agravado por el idiota
incentivar placebos que sólo retardan un desenlace que promete ser
calamitoso, por ya haber sacrificado a su altar, hasta los otrora
vitales “colchones”.
Parches
que al borde de la asfixia la estratifican. Por la falta de viviendas
o para dar trabajo alzan guaridas sin sustento para condenados a las
colas del paro, a jugar con bolos, a los “trapitos”, a ofrecer
baratijas en las esquinas, al ocio o al arrebato. Con el empleo útil
en caída libre y el robot a todo vapor, los ansiados clientes acaban
en el Estado, sin que nadie llame a volver a lo natural sano y lo
austero, ¡cuando ya ni los de countries
o pisos de lujo, salvo con “vaca atada”, podrían asegurar su
futuro!
El
consumismo incita a gastar en fruslerías la piel, antes de cazar el
oso, licuando el poder de compra y atorando el outlet
del “robot”. En la extensa “mishia” los obispos exigen
subsidios y empleos como creyentes de Mandrake, pero para aprender a
vivir faltan las voces que acapara la apelación consumista, y pese
al esencial evaluar las compras y gastos o prevenir riesgos de los
niños en casa y fuera de ella ¡con lo duros que suelen ser! Saberes
que miles asimilan tarde o nunca sin ver el tiempo dedicado a
minucias o disolventes, ¡y por lo tanto votando a los que medran con
ellas!
Con
el aliento del homínido
y la horda en la nuca, urge volver al quehacer sano, a la mesura, a
la superación y a ayudar al genuino carente, y ralear a la laya
delictiva y a sus afines, parásitos y/o corruptos, con cargos y
fueros.
Es
suicida que el 90% de lo exportable penda de Brasil o China, que
precisa infini
tos clientes con solvencia y tiempo para colocar sus productos
masivos de “robots” mecánicos o de chinos frugales. Si tras Mao
y sus hambrunas apelan al consumismo, naufragarán y succionarán en
su vórtice a sus proveedores, ¡ciegos a límites y a contra
indicados!
Con
microscopio electrónico, software
ad hoc
y bisturí láser el óptico quita remotas cataratas, y el astrónomo
acciona brazos o pinzas espaciales; cuasi milagros que tan cretinos
vemos con apatía. No obstante, y pese a la tentación de demoler el
“robot” a mazazos, debemos aprender a vivir, a descartar
superfluos que superan lo gastado en esenciales, y dejar de idolatrar
a “ricoteros” y otros mercachifles de basura. Por otra parte, las
32 horas de los ases de las panaceas darían un 20% de vacantes ¡que
sin bajar el salario no pasarían de otros tantos ñoquis!, un crimen
con tantos servicios de valer sin atención.
Nos sobran áreas y labores para mejorar o abaratar la vida y ocupar
a miles parados antes de que su presión llegue a devastar ¡cual una
“colada” de lava solar!
Como
ciertos Indignados de buen y fácil pasar, millones exigen ganar más
para más lujos y gustos darse, mientras insensible a su dañina
pesuña, el villano, polimorfo y raudo deja a miles en Pampa y la
vía. El último, capaz de fungir como docente no sólo colma el
vaso, ¡anticipa uno que nos pasee al pichi!
.-o0o-.
Julio
20, 2017 11:25 1308
En
línea con el blog www.granelector.blogspot.com/
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