GRAN ELECTOR

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tratamos del contrasentido de padecer los mil males del populismo, ¡y aceptar un Sistema Electoral, casi forzado a encumbrar solamente a esa desgracia para nuestra vapuleada América Latina...

domingo, 2 de abril de 2017

Nota 15
EL ROBOT
Jorge Amado advertía, en un temprano 1972, que el consumismo y la prisa nos llevaban a una suerte de túnel bloqueado. Tan temprano ni él pudo prever que el alud lo causaría “el robot” y su acelerador impiadoso, ¡y más cuando todavía esos chismes eran fantasías de Carl Sagan! En esta nota trataremos del villano, y en otra de la tan celebrada prisa, ¡que de inocente tiene poco y nada!
El consumismo execró lo ya visto y bajó la durabilidad, sus íncubos. No hay primor que en meses no sea obsoleto o démodée, pecado capital, que nos llevó a endiosar “lo último”, a correr a adquirir lo innecesario o pasar la noche en una cola ¡por el enésimo e imperdible episodio de Harry Potter!, a no dejar pasar placeres, salvo los de la vida plácida, en símil periplo al de los pollos que comen sin parar hasta con luz artificial en una ciega maratón, ¡para tornarse proteínas y acabar en un gancho!
Un siglo atrás nos abastecían pocas empresas, y no solía faltarnos algo esencial. El vapor y la electricidad, frutos de la curiosidad humana y de los que le sumaron a su genio su caldera de emprendedores, para darle gran empuje a la variedad y cantidad de ofrendas útiles o valiosas, y hoy poco apreciadas.
Aquel «Sólo es posible consumir sin producir si lo hace otro por uno», caducó el día que la “máquina” se hizo cargo. Fruto de inventos, desvelos, tecnología y el acceso a dominios ayer vedados, elabora perfectos y baratos productos, que si bien cesantea, abarata y mengua sus efectos, ya que debe ser mantenida como el auto, que requiere servicios y fluidos, pero que posibilita nuevos usos y genera hábitos nada baratos y a la cabeza el ya masivo turismo.
Con el asombro fresco por el Ordenador, de su flirt con la biela nació “el robot”, pueril jueguito que pronto potenció varias industrias, a la par de barrer miles a villas y asentamientos en zonas de alta densidad urbana a vivir de lo que caiga o del delito liso y llano, condena de la que sólo se libraron los preparados y los más “ligeros”.
Masificado y aun inmaterial, lo crea un nerd miope con el chip de su user friendly PC, capaz de cesantear a miles, al potenciar ventas y pasajes por la web o supliendo al libro en aras del ecosistema, ¡y dejando en la calle ya un tendal, con ínfimo poder de compra y ceñido a lo esencial! El día que el cajero cargó cheques y depósitos sólo teclear la cifra mientras el lector de barras ponía el resto, miles de joven citas que a inicios de la cyber bancarización, en pools perfo-verificaban los datos en tarjetas de 80 columnas, para que el sistema las procesara, ¡quedaron a la buena de Dios!
Ayer nomás el cajero “tracción a sangre” recibía depósitos o pagos y efectivizaba cheques o retiros, tareas hoy delegadas a uno cyber mecánico, que si bien sube la productividad y la eficacia, expulsa a miles a la incertidumbre de alguna changa, al vidrioso y mísero cuidar coches, a jugar bolos, a ofrecer pañuelos descartables en las esquinas o aturdir en los trenes y subtes intentado vender algo o pedir unas monedas tras el infalible recitado de sus cuitas o aturdiendo con un instrumento musical amplificado. Pero lo que más muestra los patéticos efectos de tan dual fenómeno es la plaga de “manteros”, con miles de chucherías tan inútiles como invendibles las más, que con suerte les da para comer ese día, entre una paralela chorrera de “servicios” inútiles o rebuscados, meros cazadores de incontinentes o ingenuos, ¡que en cualquier caso agravan más un fenómeno cuya peor expresión son los “barrabravas”!
Ante el ominoso panorama, los infatuados al mando apelan al recurrido potenciar un consumismo ciego a terráqueos y ecológicos límites, a la biología y la psiquis del “inconstante”, ¡y hasta al insobornable minutero!
La tecnología y la codicia permiten dislates de altísimo consumo y costo como Tokio o São Paulo que corremos a hacinar. El motor del auto nos calzó las ruedas de las siete leguas y aun alas para más fácil beber distancias sin límites, y alentar con tumaces mil “come bolsillos” que sin redituar nada de valer se reciclan sine die.
La salida consumista la pinchó el “robot”, al eliminar puestos y con ellos clientes con poder de compra, además de potenciar el delito cuyos estragos alivian, por ironía, la sangría de labores válidas, fenómeno agravado por el idiota incentivar placebos que sólo retardan un desenlace que promete ser calamitoso, por ya haber sacrificado a su altar, hasta los otrora vitales “colchones”.
Parches que al borde de la asfixia la estratifican. Por la falta de viviendas o para dar trabajo alzan guaridas sin sustento para condenados a las colas del paro, a jugar con bolos, a los “trapitos”, a ofrecer baratijas en las esquinas, al ocio o al arrebato. Con el empleo útil en caída libre y el robot a todo vapor, los ansiados clientes acaban en el Estado, sin que nadie llame a volver a lo natural sano y lo austero, ¡cuando ya ni los de countries o pisos de lujo, salvo con “vaca atada”, podrían asegurar su futuro!
El consumismo incita a gastar en fruslerías la piel, antes de cazar el oso, licuando el poder de compra y atorando el outlet del “robot”. En la extensa “mishia” los obispos exigen subsidios y empleos como creyentes de Mandrake, pero para aprender a vivir faltan las voces que acapara la apelación consumista, y pese al esencial evaluar las compras y gastos o prevenir riesgos de los niños en casa y fuera de ella ¡con lo duros que suelen ser! Saberes que miles asimilan tarde o nunca sin ver el tiempo dedicado a minucias o disolventes, ¡y por lo tanto votando a los que medran con ellas!
Con el aliento del homínido y la horda en la nuca, urge volver al quehacer sano, a la mesura, a la superación y a ayudar al genuino carente, y ralear a la laya delictiva y a sus afines, parásitos y/o corruptos, con cargos y fueros.
Es suicida que el 90% de lo exportable penda de Brasil o China, que precisa infini tos clientes con solvencia y tiempo para colocar sus productos masivos de “robots” mecánicos o de chinos frugales. Si tras Mao y sus hambrunas apelan al consumismo, naufragarán y succionarán en su vórtice a sus proveedores, ¡ciegos a límites y a contra indicados!
Con microscopio electrónico, software ad hoc y bisturí láser el óptico quita remotas cataratas, y el astrónomo acciona brazos o pinzas espaciales; cuasi milagros que tan cretinos vemos con apatía. No obstante, y pese a la tentación de demoler el “robot” a mazazos, debemos aprender a vivir, a descartar superfluos que superan lo gastado en esenciales, y dejar de idolatrar a “ricoteros” y otros mercachifles de basura. Por otra parte, las 32 horas de los ases de las panaceas darían un 20% de vacantes ¡que sin bajar el salario no pasarían de otros tantos ñoquis!, un crimen con tantos servicios de valer sin atención. Nos sobran áreas y labores para mejorar o abaratar la vida y ocupar a miles parados antes de que su presión llegue a devastar ¡cual una “colada” de lava solar!
Como ciertos Indignados de buen y fácil pasar, millones exigen ganar más para más lujos y gustos darse, mientras insensible a su dañina pesuña, el villano, polimorfo y raudo deja a miles en Pampa y la vía. El último, capaz de fungir como docente no sólo colma el vaso, ¡anticipa uno que nos pasee al pichi!
.-o0o-.
Julio 20, 2017 11:25 1308

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